- lipsclementine
Análisis feminista de Easy, Netflix. De la naturalidad al dogmatismo
Actualizado: 22 feb
Easy es una serie que le ha gustado muchísima gente (aunque no sea la favorita de nadie), creo que porque fue una de las primeras series (que yo recuerde) que hablaba de sexo sin tapujos y planteaba diferentes maneras de vivir la sexualidad poniéndolas todas al mismo nivel.
La primera temporada me pareció brillante, conecté muchísimo con los personajes. No es una serie que vaya exclusivamente de sexo, sino que el sexo estaba integrado de manera natural dentro de las historias. Es decir, estamos hablando de la vida en pareja(s), y eso significa, en la gran mayoría de los casos, que va a haber sexo en algún momento. Esto hacía las historias más realistas y cercanas. A eso se sumaba la emoción de conocer nuevos personajes en cada episodio y escuchar una historia nueva que probablemente te hiciera reflexionar sobre algún tema.

Esta forma casual de plantear las diferentes maneras de amar y los ajustes que se han de hacer en las relaciones según avanza el tiempo se pierde en la segunda y la tercera temporadas. Quizá a raíz del ambiente de crispación dentro del movimiento progresista alrededor de temas como la prostitución o el poliamor se pierde el tono “naturalizador” de la primera temporada y la serie empieza a sonar mucho más moralizante. Ya no nos están enviando el mensaje de “hay muchas opciones de vivir en pareja y de vivir la sexualidad, y todas tienen sus más y sus menos, decide tú cuál te va mejor”, sino que nos están obligando a adoptar cierta ideología. Han convertido el mensaje en “tienes que aceptar esta forma de ver la sexualidad”.
En estas últimas temporadas parece que el plano se desplaza de historias que rozan la política (recordemos que lo personal es siempre político), a historias que son política, y que además son propaganda. Las historias sirven para meternos su punto de vista por la garganta, y no para sencillamente contarnos una historia que tiene el componente político que tiene toda historia. Ya no hay naturalidad, que era el punto clave que enganchaba de la primera temporada. Ese aire de “esto es sexo, y qué” que es tan refrescante cuando el sexo normalmente se trata desde la comedia del ridículo o el dramón que acaba mal, se esfuma. Justo ese aire de normalidad que yo pedía en la reseña de Valeria que habían logrado dominar. Quizá Easy es otro de esos casos en los que la fama de la serie resulta ser su propio talón de Aquiles. Si la hubiesen dejado en la primera temporada (o hubiesen mantenido su esencia en las siguientes temporadas), habría sido tremendamente satisfactoria y quizá un modelo de inspiración para otras series, pero al final se ha convertido en un ejemplo más de la televisión utilizada para educar de manera burda y simplona. También es cierto que algunas de las escenas spicy merece la pena verlas, especialmente la del trío que tiene una pareja de casados (donde el hombre es Orlando Bloom) con una segunda mujer. Es una pena que, hasta donde yo vi, no volviera a salir esa pareja.
P.D.: la serie la tenéis disponible en Netflix. Si queréis películas claramente políticas y “educativas” pero matizadas os recomiendo a los directores Spike Lee (director de Nola Darling, tanto la peli como la serie), Ava DuVernay y Matt Ross. Siento no tener más recomendaciones de directoras, pero he empezado a fijarme en la dirección de las pelis hace muy poco y os podéis imaginar que, como siempre, hay que indagar más para encontrar mujeres.