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Bridgerton: ¿feminismo o purple washing?
El fenómeno Bridgerton ha dado tan fuerte que de los libros se hizo la serie, e incluso se ha creado una spin-off sobre la reina Charlotte. Las series de época enganchan y más si tienen un giro moderno, como la inclusión racial y el sexo explícito de Bridgerton (2020). Sin embargo, como toda serie que intenta algo novedoso, especialmente si es su punto de marketing mayoritario, es susceptible de liarla y de que blogs como este intenten desgranar qué problemas traen consigo.
Hemos visto muchas críticas super intensas a películas y series cuyo marketing se centraba alrededor de su carácter transgresor, críticas que pretendían, al menos, bajarle los humos a las creadoras y a las fans de dichas producciones. Sin ir más lejos, Barbie tuvo una auténtica avalancha de amor y de odio al estrenarse este año 2023. Es curioso, por tanto, que Bridgerton, una serie que no ofrece realmente el giro feminista ni antirracista que prometía, no haya tenido esa avalancha. Personas de todo tipo de ideologías aman la serie, y claramente ha tenido éxito, un éxito tranquilo.

Si esta paz se debe a que la serie la ha dirigido un hombre, a que el feminismo que promulga es poco polémico o a que estamos dispuestas a hacer la vista gorda aludiendo a que es una serie de época, eso no lo sé. Sin embargo, ninguna serie está por encima de la crítica, así que allá vamos.
Puesto que este blog se centra en analizar el retrato de las mujeres, la sexualidad y las relaciones, os dejo aquí unos vídeos de YouTube (en inglés) que analizan el componente de raza de la serie por si queréis adentraros en la crítica antirracista que gente mucho más puesta en el tema que yo ha hecho:
El feminismo en Bridgerton
Si hay algo que caracteriza a las series románticas dirigidas al público femenino de hoy en día es que suelen incluir explícitamente partes del ideario feminista. A veces es en los actos de los personajes, pero habitualmente es a través de frases o discursos bastante artificiosos (a los que yo he llamado discursitos en mi ensayo A volantazos: sexualidad femenina en las series para diferenciarlos de los comentarios feministas bien integrados de algunas series). Muchas veces estos discursitos tratan sobre temas controvertidos, como la prostitución, pero en el caso de Bridgerton los comentarios feministas son bastante neutros. Son mensajes con los que toda mujer mínimamente progresista estará de acuerdo: hablan de la visión objetificante del arte, del aborto, de cultivar el intelecto... nada que haga a las feministas sacar los machetes intelectuales.
Sin embargo, como se suele decir: los actos dicen más que las palabras. Poco importa lo que alguien diga si sus actos indican lo contrario. Y si juzgamos a Bridgerton por los actos de sus personajes y no por sus palabras... se queda un poquito corta.
Es curioso que, frente a los múltiples análisis del componente de raza en la serie, no he encontrado ninguno que se centre en el análisis de género. Y, sin embargo, hay factores muy problemáticos y, desde mi punto de vista, evidentes en la serie respecto a la representación de las mujeres y sus relaciones sentimentales que me he aventurado a analizar aquí.
Los personajes femeninos de Bridgerton
La caracterización de los personajes femeninos de Bridgerton es de lo más anticuado que he visto en mucho tiempo, y al parecer en los libros es aun peor. Hay otras razones para no idealizar la serie pero esta me parece de las más evidentes y más problemáticas, así que quería empezar por aquí.
Mujeres deseables y no deseables en Bridgerton

Empecemos hablando de la protagonista de la primera temporada, Daphne Bridgerton. No creo que a nadie le pase desapercibida la dicotomía entre Daphne, la hija mayor de la adinerada familia Bridgerton, y Penelope, la hija menor de la empobrecida familia Featherington. Aunque se pretenden diluir los estereotipos tradicionales de a quién se considera atractiva incluyendo a personajes de color y parejas interraciales, la realidad es que Daphne es la mujer más normativa de la serie, y es también la que está caracterizada como deseable sin lugar a dudas en esta primera temporada. Es rubia de ojos azules, blanca, delgada, y la más obediente y sumisa de su familia. La acción se centra en su tira y afloja con el Duque de Hastings, al que al final termina enamorando. Aunque el Duque en la serie es más agradable que en el libro, no es demasiado galante. Aun así, ella consigue su final "feliz": se casa, que era su objetivo durante toda la temporada.

Por otro lado, tenemos a Penelope Featherington y sus hermanas. Estas últimas tienen un rol secundario, pero nos recuerdan que las mujeres que compiten con otras mujeres siendo "feas" y "malas" no tienen perdón. Si eres un poco más buenina puedes competir con otras y que al menos se te comprenda, como en el caso de Penelope, que se entromete en la relación entre su prima, la señorita Thompson, y Colin Bridgerton porque está enamorada de Colin. Sin embargo, por muy bien que nos caiga Penelope (obviando ese desliz un tanto manipulativo), seguramente no sea alguien a quien queramos parecernos. Penelope está descrita en los libros como fea y rellenita, algo que afecta a sus posibilidades de seducir a su interés romántico, Colin. En la serie, aparece constantemente como su perrito faldero, intentando captar su interés sin conseguirlo. Más que generar indignación por la superficialidad de Colin, lo que se consigue es que sintamos pena por un personaje que encarna una vez más al tropo de la amiga graciosa y gorda, que está para rellenar, y para dejar claro quien no quieres ser.
Aunque hay otras mujeres en la serie que no entran estrictamente en el canon pero que aparecen retratadas como atractivas (Marina Thompson, por ejemplo), Daphne es la única mujer que consigue un romántico final feliz en la primera temporada. Marina se tiene que conformar con casarse con el hermano de su ex-amante fallecido, hombre al que no conoce y, obviamente, tampoco quiere y Penelope se queda a dos velas.
Las mujeres fuertes e independientes, a veces hasta feministas, en Bridgerton
El tropo de la mujer "fuerte e independiente" es uno que personalmente me obsesiona. ¿Por qué? Porque la he sido, la soy... seguramente la seré el resto de mi vida, porque tengo esa personalidad y los problemas que vienen con ella. Por lo tanto, soy especialmente irritable ante representaciones planas de este personaje que surge en realidad para alimentar al patriarcado y que las mujeres con "mucha personalidad" piensen que tienen que luchar solas en lugar de alistarse en las filas feministas. ¿Caí yo en esa trampa al ver a Lara Croft y Kim Possible? Por supuesto. ¿Seguiré cayendo? Espero que no.
Simplificándolo mucho, hay dos finales muy típicos para la mujer fuerte: que acabe cediendo a las expectativas patriarcales (generalmente porque acaba en una relación con un hombre) o que sea castigada. Bridgerton nos da ejemplos perfectos de ambas posibilidades.
Empecemos ya en la segunda temporada, con Kate Sharma y Eloise Bridgerton. Estas dos jóvenes representan a esas mujeres que desde pequeñas parecen indomables. Eloise es además una proto-feminista: descubre la figura de Mary Wollestonecraft y forma parte de un grupo sufragista. Kate, por otra parte, no parece tener afiliación política clara, aunque sí que tiene algo de conciencia de clase y es una persona en principio arisca y escéptica, especialmente hacia los hombres. Ninguna de las dos quiere casarse: sus aspiraciones son inicialmente más intelectuales que románticas. En el caso de Kate, además, ella tiene más interés en asegurarse de que su hermana se casa y tiene un futuro acomodado que de asegurarse algo parecido para sí misma, puesto que tiene claro que volverá a la India y será maestra ahí.

Kate se muestra al principio de la serie como lo que todas deberíamos ser: una mujer independiente, inteligente y con una dosis muy sana de escepticismo hacia los hombres. Sin embargo, la sociedad no la deja en paz, tal y como ocurre en la realidad: le hacen continuamente gaslighting para que confíe en ellos. A la vez, se nos enseña una y otra vez que precisamente esos hombres no merecen su confianza - si no tienes perspectiva de género igual te explota la cabeza con la serie. Anthony Bridgerton concretamente, el hombre que se promete con su hermana pequeña, es un mentiroso y un manipulador, además de un rampante misógino. Al listar las características que quiere de su futura esposa, esto es lo que menciona: obediente, leal, con caderas para tener hijos. Simplemente, wow. La razón por la que Kate Sharma le capta la atención es porque sabe montar a caballo, es decir, porque sabe hacer "cosas de hombres". Podría seguir listando lindezas de Anthony, pero creo que ya habréis entendido por dónde van los tiros. Por supuesto, todo esto se le perdona cuando se enamora, como si ser un gilipollas se te pasara con la mujer correcta -¿amor romántico dónde?
En lugar de dejar a Kate Sharma seguir con su vida y volverse a la India para ganarse el pan y tener independencia económica, la autora de los libros, Julia Quinn, decidió que Kate se acabaría enamorando de Anthony. A PESAR DE SABER QUE HA ESTADO MINTIENDO DURANTE TODA LA SERIE. Me dan arcadas solo de pensarlo. Otra mujer con tremendo potencial reducida a su interés romántico, que además no le llega ni a la suela del zapato y que, por supuesto, en la vida real no la trataría como merece. Su amor y su casamiento causan tensiones entre ella y su hermana, la prometida original de Anthony, pero por suerte estas se resuelven, porque el feminismo algo sí que ha logrado cambiar las cosas. Por cierto, aunque en la primera temporada de Bridgerton se critica abiertamente la pedofilia, poco se habla de que Anthony tiene 30 añazos, mientras que su prometida original, Edwina Sharma, tiene 17 - ejem, ejem.
Qué bonito hubiese sido que Eloise Bridgerton continuara en su camino feminista y se convirtiera de alguna manera en una figura de renombre dentro del movimiento sufragista, sin tener que adornar su historia con un interés romántico, ¿verdad? Pues no. Su trama era ya lo suficientemente interesante de por sí: ella es quien está intentando destapar quién es Lady Whistledown además de empezar su concienciación política en serio. Pero, por desgracia, los creadores de la serie decidieron meter a Tom Sharpe, un joven que trabaja en la imprenta donde se producen los panfletos de Whistledown, y liarle con Eloise.

Eloise y Theo no acaban juntos, pero la causa simplemente subraya el machismo que se esconde tras la fachada feminista de la serie: Lady Whisteldown publica un panfleto sobre ellos dos, de manera que Eloise decide cortar la relación para proteger a Theo (que no se lo toma muy bien). Y Lady Whistledown no es otra que la mejor amiga de Eloise, Penelope Featherington. Es cierto que Penelope lo hace para que no descubra quién se esconde detrás de su pseudónimo, pero al final esto se traduce en que se representa una amistad femenina puesta en entredicho otra vez por el amor de un hombre.
La cosa no acaba aquí, no, no, no. Por supuesto que la relación de la madre de los Bridgerton con su marido está super idealizada (es la única que puede estarlo porque el señor ya falleció): el amor verdadero que todo lo pudo y que les dio 7 hijos. Toma referente. Pero, para mí, la guinda del pastel en esta tarta de mujeres independientes es Lady Danbury.
Lady Danbury es viuda, y disfruta de la libertad que eso le ofrece: puede ser independiente sin que nadie la critique porque ya cumplió con su deber, se casó. Cuando Kate Sharma le dice que ella no tiene interés en casarse, que quiere volver a la India para ser maestra y que eso la satisfará, Lady Danbury le dice que le parece que eso es "tremendamente desalentador" y, además, mentira. Kate se defiende comparando sus aspiraciones con la situación de Lady Danbury, pero esta, en lugar de apoyar su deseo de independencia, la deja por los suelos. Le dice:
Soy viuda. He amado. He perdido. Me he ganado el derecho a hacer lo que me plazca, cuando me plazca y como me plazca hacerlo. Niña, tú no eres yo. Y si sigues por este camino, seguramente nunca lo serás.
Porque la libertad las mujeres tenemos que ganárnosla amigas, aguantando a un maromo, parece. Esto hace que Kate dude mucho de su decisión de no casarse, hasta que al final acaba entre los brazos de nuestro querido Anthony Bridgerton, el hombre más explícitamente machista de toda la serie. Puaj.
¿Es Bridgerton feminista, entonces?
En definitiva, las relaciones que surgen en Bridgerton apuntan a que, por mucho que sus creadores piensen que el aborto es legítimo (menos mal) y que el matrimonio era un pacto desigual entre hombres y mujeres en el periodo de la Regencia, no creen que las mujeres podamos existir sin que una parte de nosotras desee ante todo una relación sexoafectiva con un hombre (mensaje que se refuerza porque aunque existen personajes bisexuales en la serie, no hay ninguna mujer lesbiana ni que mantenga relaciones con mujeres sin la presencia de un hombre). ¿Qué seríamos las mujeres sin el amor romántico, verdad?

Podríamos seguir enumerando factores que hacen que la aceptación de la serie por parte de entornos feministas sea aun más sorprendente. Por ejemplo, existe un claro patrón en el que las relaciones amorosas son, para la mayoría de las mujeres, el centro de su universo. Sin embargo, para sus parejas esto no es así: ellos tienen muchas otras responsabilidades y problemas que atender. Podríamos justificar esto alegando que en la época en la que Bridgerton tiene lugar, esto era lo normal (de hecho sigue siéndolo, aunque con menos frecuencia, en la actualidad). Sin embargo, este argumento hay que cogerlo con pinzas teniendo en cuenta lo irreal de otros factores ahistóricos de la serie, como por ejemplo la presencia de personas de color en posiciones de alto rango en la sociedad británica de la época; especialmente teniendo en cuenta que el rey del momento, George III, era esclavista. Si podían echarle imaginación para eso, también podrían haber cambiado las dinámicas de género para hacerlas mucho más igualitarias de lo que son.
Queda, pues, la incógnita de la gran aceptación de la serie Bridgerton entre sectores tanto apolíticos como antirracistas y feministas. Si comparamos con Barbie y el recibimiento de esta película, cabe preguntarse por qué una ha pasado con un mínimo de alboroto, mientras que para Barbie salir a la luz fue una pesadilla de color de rosa.
No puedo evitar pensar que el hecho de que Barbie esté dirigida por una mujer y no un hombre, y que cuestione aspectos mucho más radicales de las dinámicas de género sean las razones por las que a una le han llovido las críticas por parte de todos los sectores, y a la otra no.
Bridgerton denuncia aspectos que ya parecían superados por los sectores progresistas y sitúa la acción (y la crítica) en el pasado, haciendo que sea más cómodo indignarse y denunciar las situaciones mostradas, puesto que la autocrítica puede quedarse tranquilamente de lado. En el caso de Barbie, donde se denuncian aspectos fundacionales de la desigualdad de género actual y la acción tiene lugar en el presente, aunque sea parcialmente en un mundo de fantasía, incita a la revisión de las relaciones propias, como demuestra el hecho de que algunas mujeres abandonaran a sus parejas tras ver la película o incluso porque sus novios no quisieron ir a ver Barbie con ellas. Además, Barbie alude directamente a los hombres y a su papel en el patriarcado como individuos y como grupo sexual, ridiculizándolos, algo que la masculinidad lleva muy mal, mientras que las críticas de Bridgerton a los hombres son más superficiales e individuales.
En definitiva, Bridgerton transita un camino muy cómodo de crítica social, en el que esta se hace de manera superficial para que parezca que algo hacen, pero sin meterse en ningún jardín. Esto, que tan rentable les ha salido económicamente, tiene la consecuencia de enjendrar una disonancia cognitiva importante para quienes ven la serie, divididas entre la explícita crítica feminista a situaciones de la época de la Regencia en Reino Unido, y el refuerzo de las desigualdades de género en el amor a través de las relaciones que se establecen a lo largo de las temporadas.
Si quieres ver la serie porque te encantan las historias tipo Cumbres borrascosas, adelante, pero por favor no tomes ninguna de sus relaciones románticas como referentes.
Si quieres leer algo más feminista que la saga Bridgerton te invito a echarle un ojo a mis antologías de relatos eróticos, Papayas y plátanos (heterosexual) y Cerezas y melocotones (lésbica); o mi ensayo sobre la representación de la sexualidad femenina en las series, A volantazos.