- lipsclementine
Reseña feminista: Ligeros libertinajes sabáticos, Mercedes Abad. Eros y Tanatos juntos de nuevo
Actualizado: 8 may
La primera vez que leí Ligeros libertinajes sabáticos de Mercedes Abad (de la colección de La sonrisa vertical, que ya hablaré de otros libros suyos que madre mía), me encantó. De verdad, me apasionó tanto que se lo dejé a mi pareja. Pero claro, hay que poner esto en perspectiva: aquellos libros que tenía para comparar no eran precisamente alentadores en lo que a sexualidad femenina se refería. Este libro, al contrario que tantos otros clasificados como erótica, sí tenía en cuenta el placer de la mujer (de hecho me pareció bastante creíble en general), aunque de una manera algo estrambótica y… problemática, también. La cuestión es que esa perspectiva problemática es bastante más sutil que la que leemos habitualmente en libros romántico-eróticos, porque no radica en una única historia. De hecho, si lees solo una de las historias, seguramente no veas ningún problema que destacar. Al fin y al cabo, todos los personajes son raros, extravagantes, atormentados.
La segunda vez que lo leí, sin embargo, admito que no me gustó tanto. Vi detalles que, con la ilusión que tenía la primera vez, me habían pasado desapercibidos. Aunque la verdad es que sobrevivió bastante bien al repaso. No diría que es un libro feminista, porque creo que claramente carece de esa perspectiva. Sin embargo, no es un libro misógino ni abiertamente machista como otros bestsellers que he reseñado en este blog. O quizá es solo que, al menos, no menta al feminismo ni se llama feminista sin serlo. No sé por qué digo “como otros”, porque este libro, sorpresa, no es un bestseller. Hay días en los que veo una correlación clara entre machismo y bestseller, otras veces prefiero pensar que son paranoias mías. El tiempo dirá.
En cualquier caso, como lo leí hace tiempo no puedo hacer un análisis súper detallado de cada relato (es una antología de relatos cortos, todos ellos eróticos), pero sí puedo dar algunos apuntes sobre lo que podéis esperar de él.

Lo primero: es un libro grotesco, pero para bien. Hay descripciones muy explícitas de aspectos desagradables, como carne picada rebosando de una vagina. Sin embargo, ese aspecto desagradable no implica el daño a propósito a ninguna mujer, no se erotiza dicho daño de manera que se haga deseable para el/la lector/a, ni se romantiza el daño en general, y además no solo sufren las mujeres. Digamos que hay un contexto suficiente como para entender la complejidad de la situación cuando ésta necesita explicación, y entender que no hay nada especialmente atractivo en el sufrimiento (físico o emocional), solo formas de seguir adelante una vez el daño ha sido hecho. Estoy siendo muy críptica, pero es que no quiero hacer spoilers.
Por último, y este es el detalle que me pareció realmente “preocupante”, hay una asociación muy clara entre el sexo y la muerte. Es algo frecuente en el mundo del erotismo asociar ambos conceptos, no me preguntéis por qué. O bueno, preguntadme y os diré que personalmente me confunde mucho eso, pero supongo que es porque el orgasmo es el clímax de lo que alguien puede sentir, la sensación placentera más intensa que existe, y que bajar de esa nube se asemeja en el arte, tan conectado con la metáfora, con la muerte. Por ejemplo. Seguro que una historiadora del arte os puede dar una explicación bastante mejor. También puede ser por el sufrimiento asociado al amor… Bueno, si os interesa esa asociación, ¡a investigar! Podéis dejar vuestras opiniones o indagaciones en los comentarios de este post a ver si así sacamos algo en claro*.
En resumen, es un libro muy, muy bien escrito que sí recomiendo, aunque la perspectiva feminista no es extremadamente clara. Pero la perspectiva misógina tampoco, que ya es algo.

*No quería borrar este párrafo porque no me parece desacertado y creo que puede ser que muchas personas comiencen sus indagaciones acerca de la unión de Eros y Tanatos por aquí. Pero sí quería comentar que mi pensamiento al respecto ha evolucionado bastante.
El primer cambio se dio al escuchar el episodio 16 (Las menos muertas) del podcast Chicas Tristes (de Reinas y Repollos). Es un podcast que os recomiendo mucho en general, y en este episodio reflexionan acerca de por qué ciertas víctimas valen menos que otras. También conectan (porque la sociedad así lo ha conectado) a los asesinos en serie con el concepto artístico de genio, y lo desmontan (este aspecto empieza ya en el episodio 15, ¿Existe el genio asesino?). Sus análisis me llevaron a la conclusión de que quizá no es que Eros y Tanatos estén conectados de manera natural, o que la metáfora de la petit mort sea tan poderosa como para teñir casi cada manifestación de erotismo. Me llevó a pensar que quizá es que vivimos en una sociedad donde la violencia se erotiza como modo de justificarla, romantizarla y mantenerla viva. La veneramos a través del sexo, esa parte del ser humano que todavía consideramos ajena a nuestro raciocinio según nos convenga, para no pensar que la usamos también en la sexualidad de manera jerárquica, y que es un modo de seguir oprimiendo y explotando a ciertos grupos desfavorecidos. Es otro eslabón más de la misoginia, el racismo, la homofobia, etc.
El segundo cambio en mi perspectiva ocurrió hace literalmente una semana, y fue leyendo el libro Todo sobre el amor de bell hooks. Leedlo, por favor, porque jamás he leído un ensayo que haya revolucionado mi pensamiento tanto. De todas maneras, aquí iré al grano. Lo que usualmente asociamos al sufrimiento por amor nos lleva a justificar actitudes que no son amor, que de hecho son incompatibles con el amor. De hecho, la sensación de apego que usualmente calificamos como amor (y que no lo es si aceptamos las premisas de bell hooks y otros pensadores sobre el amor) es solo una parte de la acción de amar. Justificar la violencia y la muerte en el pensamiento erótico por culpa del sufrimiento parte de una perspectiva antagónica con lo que realmente significa amar.
Si quieres leer erótica con perspectiva feminista, échale un vistazo a mis libros: